Este es un accidente que suele producirse con suma frecuencia en los animales que son llevados de vacaciones a un lugar selvático o boscoso. Los perros de ciudad disfrutan muchísimo de este tipo de paseo, pero están poco prevenidos para evitar el ataque de una serpiente venenosa.
Cuando el animal es mordido, siente un dolor intenso. Por ello da un grito y, si la lesión se produjo en una pata, comienza a renquear. La herida se observa como dos lastimaduras de uno a dos milímetros de diámetro cada una, separadas entre sí por una distancia de seis a ocho milímetros.
Un edema y, a veces, pequeñas marcas hemorrágicas aparecen a este nivel. Más allá de esos signos locales, suelen aparecer otros más serios en las horas siguientes al accidente. El animal tiembla, está abatido y vomita. Saliva anormalmente y presenta, en ciertos casos extremos, un estado de shock.
Al igual que en los humanos, el tratamiento de este tipo de mordedura es objeto de numerosas discusiones. Algunas medidas se revelan como ineficaces, e incluso como peligrosas: no hay ni que efectuar una incisión de la herida, ni aspirar el veneno por succión, ni efectuar un vendaje a presión de la zona mordida. Cuanto más sea manipulada la zona afectada, más rápido se difundirá el veneno de la víbora.
Es inútil llevar en el botiquín un suero antivenenoso, ya que es difícil que se conserve en buen estado (debe estar a 4 grados centígrados). Aplicar suero en mal estado puede afectar negativamente al animal. El tratamiento por envenenamiento de víbora se efectúa en base a distintos medicamentos corticoidales, anticoagulantes o de adrenalina, y siempre debe ser suministrado por el veterinario.
La aplicación de hielo sobre la región afectada podrá lentificar la difusión del veneno en la circulación sanguínea, y sirve como una eficaz medida de primeros auxilios, antes de la participación profesional.
Cuando el animal es mordido, siente un dolor intenso. Por ello da un grito y, si la lesión se produjo en una pata, comienza a renquear. La herida se observa como dos lastimaduras de uno a dos milímetros de diámetro cada una, separadas entre sí por una distancia de seis a ocho milímetros.
Un edema y, a veces, pequeñas marcas hemorrágicas aparecen a este nivel. Más allá de esos signos locales, suelen aparecer otros más serios en las horas siguientes al accidente. El animal tiembla, está abatido y vomita. Saliva anormalmente y presenta, en ciertos casos extremos, un estado de shock.
Al igual que en los humanos, el tratamiento de este tipo de mordedura es objeto de numerosas discusiones. Algunas medidas se revelan como ineficaces, e incluso como peligrosas: no hay ni que efectuar una incisión de la herida, ni aspirar el veneno por succión, ni efectuar un vendaje a presión de la zona mordida. Cuanto más sea manipulada la zona afectada, más rápido se difundirá el veneno de la víbora.
Es inútil llevar en el botiquín un suero antivenenoso, ya que es difícil que se conserve en buen estado (debe estar a 4 grados centígrados). Aplicar suero en mal estado puede afectar negativamente al animal. El tratamiento por envenenamiento de víbora se efectúa en base a distintos medicamentos corticoidales, anticoagulantes o de adrenalina, y siempre debe ser suministrado por el veterinario.
La aplicación de hielo sobre la región afectada podrá lentificar la difusión del veneno en la circulación sanguínea, y sirve como una eficaz medida de primeros auxilios, antes de la participación profesional.
