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Hurón: Consejos para tener una mascota

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miércoles, 31 de agosto de 2011

Danio Cebrado y Pompadour en Acuarios


El danio cebrado y el damio listado, verdoso o azul el primero y gris claro y color carne el segundo, se cuentan entre los más bulliciosos habitantes de los acuarios.

Necesitan recipientes de buen tamaño con una profundidad de 10 a 15 cm y agua a temperatura de 18 a 26° C. Conviene cubrir el fondo con gravilla muy fina, para que los huevos queden a salvo de la voracidad de los adultos.

Para la reproducción, conviene contar con dos machos por cada hembra. Cuarenta y ocho horas después de nacidas, hay que aislar a las crías, parecidas a finas agujas de cristal, y alimentarlas con infusorios y diminutos organismos planctónicos.

El pez Pompadour es relativamente nuevo en la lista de los ejemplares ornamentales de los acuarios. Tiene el cuerpo en forma de disco muy aplanado, y color pardo amarillento o bien oliváceo atigrado, con siete franjas verticales oscuras.

La cabeza, el vientre y las aletas asumen diversas coloraciones, desde el azul claro al rojo sangre. Necesita acuarios altos y espaciosos, iluminados desde arriba.

El agua debe ser aireada y cambiada por lo menos una vez cada semana, y se mantendrá a temperatura de 25 a 30° C. Su alimento suele estar constituido por moluscos, crustáceos diminutos y larvas minúsculas, que se le suministrarán de vez en cuando y en pequeñas cantidades.

jueves, 25 de agosto de 2011

Ambassis lala y Lebístidos en Acuarios


Muy corrientes en los acuarios son también unos pececillos pertenecientes a la familia de los ambasídidos. Es muy gracioso el Ambassis lala, de cuerpo alto y corto, completamente transparente y con bellos reflejos de color.

Exige un acuario muy soleado, con arena oscura en el fondo y una temperatura del agua entre 18 y 25° C. Es un pez muy delicado y, por tanto, su crianza resulta más bien difícil.

En cambio, son muy fáciles de criar, gracias a su extraordinaria capacidad reproductora, los lebístidos, conocidos también con el nombre de guppies, o peces arco iris, a causa de los cambios de color que experimenta la librea de los machos.

Aunque son de pequeñas dimensiones, durante el período de reproducción necesitan un acuario de buenas dimensiones. Tras un solo acoplamiento, la hembra pare durante largo tiempo, a razón de un centenar de pececillos vivos cada dos o tres meses.

Conviene separar las hembras grávidas de los machos, para que éstos no las molesten, e introducir en el recipiente una vegetación densa que sirva de refugio a los pequeños contra la voracidad de sus propias madres.

martes, 23 de agosto de 2011

Peces


La costumbre de criar peces con meros fines ornamentales se remonta a los antiguos emperadores chinos. Desde China no tardó en difundirse por todo el mundo, enriqueciéndose con innumerables especies nuevas. Hoy en día, los expertos cuentan cerca de seiscientas de ellas, muy distintas en formas, colores, hábitos y precio, desde los pececillos rojos más corrientes a las especies más raras y cotizadas. Del mismo modo han evolucionado también las formas y características de los acuarios, cada vez más funcionales y ornamentales, hasta el punto de que por sí solos podrían constituir un capítulo en una enciclopedia sobre las artes decorativas.

Sin hablar de los acuarios públicos, hoy presentes en todas las ciudades importantes, aquí nos ocuparemos únicamente de los más modestos acuarios domésticos y daremos una breve reseña de las especies más interesantes.

El vulgarmente llamado pez rojo es el habitante más corriente de los acuarios caseros, desde el simple modelo de bocal de vidrio hasta las instalaciones completas, con recipiente de cristal y armazón metálica, agua corriente, aireación directa o por medio de plantas verdes, regulador de temperatura y adornos a base de flora exótica. El ejemplar típico de esta familia, que comprende numerosas variedades con colores y formas muy diferentes, es el Carassius auratus, cuyos cambios de color fueron hábilmente explotados por los chinos para obtener, mediante cruces y en ambientes artificiales, un gran número de razas más o menos bellas, extrañas y a veces monstruosas.

Estos peces llegaron a cotizarse a precios muy elevados, pero hoy en día, a causa de su enorme difusión, se cuentan entre los más comunes y menos valiosos. Pertenecen a la misma familia el carpín (Carassius carassius), en su variedad con reflejos dorados y rojos, diferentes variedades asiáticas y africanas del género de los barbos, y el piscardo (Phoxinus phoxinus), caracterizado por una bella estría dorada a lo largo de los flancos.

Las modificaciones en la forma del Carassius auratus pueden dar a este pez notable elegancia cuando afectan al desarrollo de las aletas, que llegan a ser dobles y triples, como velos blandos y fluctuantes. En cambio, confieren un aspecto monstruoso cuando afectan a los ojos, que adoptan una forma esférica o cónica, muy protuberante, como ocurre con el ejemplar chino llamado «telescopio».

Estos peces se adaptan sin inconveniente a la vida en el acuario, siempre y cuando éste disponga de espacio abundante. Prefieren el agua fría y más bien vieja, y debido a que producen excrementos en gran cantidad, es preciso eliminar estas materias aspirándolas con un sifón. Su alimento se vende ya preparado, en bolsitas, pero conviene suministrarles también alguna presa viva de muy pequeño tamaño. Son animales lentos y pacíficos, por lo que nunca se les juntará con peces más veloces y voraces que se apoderarían de toda su comida.

La reproducción, que se verifica en primavera, no presenta dificultades si el acuario se halla expuesto al sol y se trasladan a otro recipiente las plantas a las que están adheridos los huevos, pues éstos han de mantenerse a una temperatura no inferior a los 20° C. La madurez sexual se inicia al segundo año de vida, mas para obtener una reproducción óptima es mejor escoger individuos de tres o cuatro años. Si se tienen con ellos las precauciones debidas, estos peces pueden vivir hasta treinta años.