Es un todo terreno canino: nada puede cortar sus impulsos. Nunca parecerá indeciso. Casi siempre, se juega el todo por el todo. Su carácter, desbordante de afectividad. Su belleza, la eficacia de su trabajo en todo tipo de campos y en el agua, su inteligencia y pronta obediencia, son algunos de los rasgos que destacan en él. ¿Pero podemos pedirle más?
Algunos autores mantienen que el origen de esta raza lo encontramos en un ejemplar de la raza setter con las extremidades cortas y poseedor de una cualidad innata para las tareas de caza, donde se desenvuelve con soltura, tanto en la carrera tras la pieza, como en el seguimiento del rastro o incluso en el cobro de un animal abatido.
Todas estas actividades las realizaba fácilmente, casi sin apenas esforzarse, haciendo gala de su gran agilidad.
Desde un punto de vista histórico, respetando lo anteriormente dicho, que configuraría la hipótesis cinológica, sus orígenes se remontan a unos dos mil años. Desde entonces ha estado unido al hombre y le ha acompañado en su actividad cinegética.
Se le considera como el spaniel más puro, ya que proviene directamente del field spaniel inglés antiguo.
Nos cuentan viejos relatos de caza, que estos perros, al igual que el resto de los que componen el grupo spaniel, fueron creados para asustar la pieza y dirigirla durante la noche, y siempre que le fuera posible, hacia las redes, práctica que habitualmente se realizaba con una especial predilección sobre la perdiz.
Sobre el nombre no se tiene seguridad plena de origen. J. Caiaus, hace más de cuatro siglos, decía: «La gente corriente le llama «epagneul» como si sus orígenes fueran españoles». Sus palabras evidencian una fuerte duda sobre sus raices hispánicas. Desde un punto de vista etimológico, la palabra spaniel deriva espaigneul, palabra que en la antigua lengua románica significaba español.
La denominación «springer» viene del verbo «to spring» que en inglés significa saltar, brincar, reflejando una de las características del animal. Esta expresión fue utilizada por primera vez en un tratado cinefilo fechado en 1570, escrito por el médico personal del rey de Inglaterra Eduardo VI, doctor Caius.
Algunos autores mantienen que el origen de esta raza lo encontramos en un ejemplar de la raza setter con las extremidades cortas y poseedor de una cualidad innata para las tareas de caza, donde se desenvuelve con soltura, tanto en la carrera tras la pieza, como en el seguimiento del rastro o incluso en el cobro de un animal abatido.
Todas estas actividades las realizaba fácilmente, casi sin apenas esforzarse, haciendo gala de su gran agilidad.
Desde un punto de vista histórico, respetando lo anteriormente dicho, que configuraría la hipótesis cinológica, sus orígenes se remontan a unos dos mil años. Desde entonces ha estado unido al hombre y le ha acompañado en su actividad cinegética.
Se le considera como el spaniel más puro, ya que proviene directamente del field spaniel inglés antiguo.
Nos cuentan viejos relatos de caza, que estos perros, al igual que el resto de los que componen el grupo spaniel, fueron creados para asustar la pieza y dirigirla durante la noche, y siempre que le fuera posible, hacia las redes, práctica que habitualmente se realizaba con una especial predilección sobre la perdiz.
Sobre el nombre no se tiene seguridad plena de origen. J. Caiaus, hace más de cuatro siglos, decía: «La gente corriente le llama «epagneul» como si sus orígenes fueran españoles». Sus palabras evidencian una fuerte duda sobre sus raices hispánicas. Desde un punto de vista etimológico, la palabra spaniel deriva espaigneul, palabra que en la antigua lengua románica significaba español.
La denominación «springer» viene del verbo «to spring» que en inglés significa saltar, brincar, reflejando una de las características del animal. Esta expresión fue utilizada por primera vez en un tratado cinefilo fechado en 1570, escrito por el médico personal del rey de Inglaterra Eduardo VI, doctor Caius.
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