La esbeltez, la armonía y la flexibilidad de movimientos propias de todos los felinos, se ven exaltadas al máximo en el gato doméstico. Su tamaño es modesto, 70-80 cm, de los cuales 30-35 corresponden a la cola, con una altura de unos 30 cm. La hembra suele presentar una constitución más reducida.
El gato se encuentra a sus anchas en un apartamento urbano, donde sigue llevando, de todos modos, una vida independiente. Es un animal que no gusta de los ruidos y que prefiere el sosiego, por cuyo motivo no disfruta con la compañía de los niños. Para albergar al pequeño felino, es preciso poner a su disposición una casita de plástico, provista de una capa de serrín y de unas tabletas desodorantes; el animal se acostumbrará en seguida, sobre todo si es aún muy joven, a no satisfacer sus necesidades en otro lugar.
Su alimentación debe ser sana y variada: pescado cocido, carne cruda picada, muy poca leche, un poco de hígado crudo o asado, arroz con verduras (zanahorias) y, de vez en cuando, un huevo crudo o cocido, desmenuzado y mezclado con la comida. El agua debe ser muy limpia y fresca. Cumplidos ya los tres meses, es conveniente vacunarlo contra la gastroenteritis infecciosa.
En el período de celo, machos y hembras muestran fuerte inquietud y nerviosismo; aparte de denotar sufrimiento, el animal se torna a menudo insoportable, se ensucia en cualquier parte y profiere fuertes maullidos. Para evitar estos inconvenientes, cuando el animal no tiene posibilidad de huir a través de patios y tejados para buscar compañía, se puede recurrir a la castración, indistintamente para machos y hembras, o bien, si el animal es de muy buena raza, al acoplamiento controlado por un veterinario.
Hay diversas razas de gatos domésticos. La más común es la europea, a la que pertenece una gran población de felinos con una cierta fijeza en sus rasgos y diferentes coloraciones del pelaje, que puede ser atigrado, negro, blanco y jaspeado. Estos gatos están difundidos por todas partes y no tienen ningún valor comercial.
Entre las razas más valiosas citaremos el gato de Angora, de carácter dócil y afectuoso, con un pelaje largo y sedoso, especialmente abundante en el cuello, el vientre y la cola; el gato siamés, de talla reducida y una silueta elegante a causa de sus patas largas y esbeltas, su cuello flexible y su cabeza pequeña con orejas anchas y ojos caracterizados por la pigmentación de color azul intenso; y el gato español, afectuoso y dócil, habilísimo cazador de ratones, con pelaje blanco manchado de rojo y negro en las hembras, y con manchas de un solo color en los machos.
El gato se encuentra a sus anchas en un apartamento urbano, donde sigue llevando, de todos modos, una vida independiente. Es un animal que no gusta de los ruidos y que prefiere el sosiego, por cuyo motivo no disfruta con la compañía de los niños. Para albergar al pequeño felino, es preciso poner a su disposición una casita de plástico, provista de una capa de serrín y de unas tabletas desodorantes; el animal se acostumbrará en seguida, sobre todo si es aún muy joven, a no satisfacer sus necesidades en otro lugar.
Su alimentación debe ser sana y variada: pescado cocido, carne cruda picada, muy poca leche, un poco de hígado crudo o asado, arroz con verduras (zanahorias) y, de vez en cuando, un huevo crudo o cocido, desmenuzado y mezclado con la comida. El agua debe ser muy limpia y fresca. Cumplidos ya los tres meses, es conveniente vacunarlo contra la gastroenteritis infecciosa.
En el período de celo, machos y hembras muestran fuerte inquietud y nerviosismo; aparte de denotar sufrimiento, el animal se torna a menudo insoportable, se ensucia en cualquier parte y profiere fuertes maullidos. Para evitar estos inconvenientes, cuando el animal no tiene posibilidad de huir a través de patios y tejados para buscar compañía, se puede recurrir a la castración, indistintamente para machos y hembras, o bien, si el animal es de muy buena raza, al acoplamiento controlado por un veterinario.
Hay diversas razas de gatos domésticos. La más común es la europea, a la que pertenece una gran población de felinos con una cierta fijeza en sus rasgos y diferentes coloraciones del pelaje, que puede ser atigrado, negro, blanco y jaspeado. Estos gatos están difundidos por todas partes y no tienen ningún valor comercial.
Entre las razas más valiosas citaremos el gato de Angora, de carácter dócil y afectuoso, con un pelaje largo y sedoso, especialmente abundante en el cuello, el vientre y la cola; el gato siamés, de talla reducida y una silueta elegante a causa de sus patas largas y esbeltas, su cuello flexible y su cabeza pequeña con orejas anchas y ojos caracterizados por la pigmentación de color azul intenso; y el gato español, afectuoso y dócil, habilísimo cazador de ratones, con pelaje blanco manchado de rojo y negro en las hembras, y con manchas de un solo color en los machos.