Ante todo, vamos a hacer a nuestros lectores una pequeña advertencia. Esta nota es casi exclusivamente para quienes son amantes de los animales y tienen uno al que consideran parte de la familia.
Ocurre que varias de las explicaciones que leerán a continuación sólo serán comprensibles para quienes hayan intentado descifrar algún mensaje escondido en los maullidos lastimeros de su gato o los ladridos urgentes de un perro.
Para los demás, los que no sólo no tienen animales sino que jamás pensarían con cierta lógica que el collie de su hermana intenta decirles algo o que el siamés del vecino de enfrente le habla cada vez que lo ve, aquí tienen la oportunidad de conocer algo más sobre comunicación animal.
El lenguaje de los perros no se limita a un simple ladrido. Estos pueden querer significar un pedido de atención o la búsqueda de alimentos, pero también aflicción o dolor.
Todo depende de la entonación. Los ladridos traducen los diferentes matices de agresividad, que van desde la simple irritación hasta el fastidio más absoluto: estas son las advertencias, frecuentemente acompañadas con mímicas de amenaza. Por eso, no hay nada más falso que aquel dicho que dice que perro que ladra no muerde.
El ladrido muchas veces advierte a una persona que el perro está a punto de atacar.
Pero los ladridos también reflejan la alegría o excitación del can, así como invitación al juego, el ansia por un paseo o la felicidad por la llegada del dueño.
Ocurre que varias de las explicaciones que leerán a continuación sólo serán comprensibles para quienes hayan intentado descifrar algún mensaje escondido en los maullidos lastimeros de su gato o los ladridos urgentes de un perro.
Para los demás, los que no sólo no tienen animales sino que jamás pensarían con cierta lógica que el collie de su hermana intenta decirles algo o que el siamés del vecino de enfrente le habla cada vez que lo ve, aquí tienen la oportunidad de conocer algo más sobre comunicación animal.
El lenguaje de los perros no se limita a un simple ladrido. Estos pueden querer significar un pedido de atención o la búsqueda de alimentos, pero también aflicción o dolor.
Todo depende de la entonación. Los ladridos traducen los diferentes matices de agresividad, que van desde la simple irritación hasta el fastidio más absoluto: estas son las advertencias, frecuentemente acompañadas con mímicas de amenaza. Por eso, no hay nada más falso que aquel dicho que dice que perro que ladra no muerde.
El ladrido muchas veces advierte a una persona que el perro está a punto de atacar.
Pero los ladridos también reflejan la alegría o excitación del can, así como invitación al juego, el ansia por un paseo o la felicidad por la llegada del dueño.