Como consejo al profano, miraremos al suelo y en ocasiones funciona el agacharnos como gesto de sumisión. No gritar ni moverse bruscamente pues provocaremos el ataque, y esperar tranquilamente a que el dueño aparezca.
Este deberá acercarse tranquilamente hacia su perro y cogerlo con un gesto rápido hacia el collar, ya que en ese momento el perro puede ver se crecido ante la seguridad de su dueño.
• Un perro extraño se nos acerca con la cola baja y en movimiento, con las orejas para atrás y lamiendo.
¡Tranquilos!, el perro viene a saludar de forma afable y sumisa, sus empujones buscan la caricia y el contacto.
• Un perro extraño viene con la cola entre las piernas o barriendo el suelo.
Entonces, ocuparemos una posición de rodillas para darle confianza, esperaremos que el perro venga a nosotros y no nosotros a él, ya que a veces se pueden producir miedos con mordisco defensivo.
• Un perro extraño nos recibe con la cola baja, el pelo erizado y con agresión clara, enseñando mucho los dientes y se nos acerca.
Nos encontramos con un perro intimidado, tiene miedo y compensa ese miedo con la agresión. Tenemos dos posibilidades, amedrentarle mirándole a los ojos y expulsándolo con claras amenazas por nuestra parte, o ganar su confianza sin mirarle y esperando que él se acerque a nosotros. Cuando le desaparezca el miedo desaparecerá la agresión.
Este deberá acercarse tranquilamente hacia su perro y cogerlo con un gesto rápido hacia el collar, ya que en ese momento el perro puede ver se crecido ante la seguridad de su dueño.
• Un perro extraño se nos acerca con la cola baja y en movimiento, con las orejas para atrás y lamiendo.
¡Tranquilos!, el perro viene a saludar de forma afable y sumisa, sus empujones buscan la caricia y el contacto.
• Un perro extraño viene con la cola entre las piernas o barriendo el suelo.
Entonces, ocuparemos una posición de rodillas para darle confianza, esperaremos que el perro venga a nosotros y no nosotros a él, ya que a veces se pueden producir miedos con mordisco defensivo.
• Un perro extraño nos recibe con la cola baja, el pelo erizado y con agresión clara, enseñando mucho los dientes y se nos acerca.
Nos encontramos con un perro intimidado, tiene miedo y compensa ese miedo con la agresión. Tenemos dos posibilidades, amedrentarle mirándole a los ojos y expulsándolo con claras amenazas por nuestra parte, o ganar su confianza sin mirarle y esperando que él se acerque a nosotros. Cuando le desaparezca el miedo desaparecerá la agresión.