Su nombre indica un origen de la región de Dalmacia, en la antigua Yugoslavia. La disparidad de criterios sobre su origen es patente ya que son numerosos los cinólogos que lo hacen descender del dogo alemán arlequinado, quizás por ser las dos únicas razas caninas que presentan este atractivo y curioso manto.
Quizás la tesis más acertada sea la del naturalista y cinólogo francés Gervais, que niega tal origen molosoide y asegura que procede de los perros bracoides, de la línea de los bracos franceses, del pointer ya mencionado o del extinto braco de Bengala.
Sobre aquel primitivo perro los criadores ingleses realizaron ya en el presente siglo diversos cruzamientos con pointer y bullterrier, que le confirieron algunas de las cualidades psicofísicas que actualmente tiene la raza.
Existen representaciones del Imperio Medio Egipcio (2.000 años antes de Cristo) de perros de aspecto muy similar al dálma-ta. Animal privilegiado por la nobleza, que siempre le deparó su protección, era ya conocido en la Italia del siglo XVII, llegando a ser, durante un amplio período de tiempo, el símbolo del papado, ya que el Sumo Pontífice se hacía acompañar siempre por uno de estos perros.
Su expansión por Europa y la llegada a Francia un siglo más tarde le deparó su nueva ocupación como perro de las carrozas. Llegó a convertirse en una verdadera obsesión entre la nobleza poseer amplias jaurías de estos animales y los nobles solían hacer seguir a sus carruajes por jaurías relativamente numerosas de dálmatas, como ostentación y muestra de su poder y riqueza.
Signo máximo de la elegancia fue para algún dandy combinar el blanco y negro de sus dálmatas con un tiro de caballos del mismo color. Todavía en la «belle epoque» era frecuente verle acompañando a los landos en que paseaban las bellas señoritas de la alta sociedad parisina.
La llegada del presente siglo supuso un momento de decadencia, dejándose prácticamente de criar en todo el mundo, con la salvedad de los Estados Unidos, donde siempre tuvo admiradores, llegando a ser la mascota de los bomberos. Efectivamente, acompañaba a los coches de bomberos tirados por caballos, posterior-' mente con la llegada de los coches a motor el dálmata ya se había hecho un sitio.
Antes de conseguir la consagración por el ingenio creativo de Disney ya era el dálmata popular entre los niños de habla inglesa, quienes cariñosamente apodan a la raza «plum pudding», apodo que proviene de la semejanza de las manchas del manto del dálmata con un pastel de ciruelas en las que éstas destacan sobre la miga blanca del bollo.
Quizás la tesis más acertada sea la del naturalista y cinólogo francés Gervais, que niega tal origen molosoide y asegura que procede de los perros bracoides, de la línea de los bracos franceses, del pointer ya mencionado o del extinto braco de Bengala.
Sobre aquel primitivo perro los criadores ingleses realizaron ya en el presente siglo diversos cruzamientos con pointer y bullterrier, que le confirieron algunas de las cualidades psicofísicas que actualmente tiene la raza.
Existen representaciones del Imperio Medio Egipcio (2.000 años antes de Cristo) de perros de aspecto muy similar al dálma-ta. Animal privilegiado por la nobleza, que siempre le deparó su protección, era ya conocido en la Italia del siglo XVII, llegando a ser, durante un amplio período de tiempo, el símbolo del papado, ya que el Sumo Pontífice se hacía acompañar siempre por uno de estos perros.
Su expansión por Europa y la llegada a Francia un siglo más tarde le deparó su nueva ocupación como perro de las carrozas. Llegó a convertirse en una verdadera obsesión entre la nobleza poseer amplias jaurías de estos animales y los nobles solían hacer seguir a sus carruajes por jaurías relativamente numerosas de dálmatas, como ostentación y muestra de su poder y riqueza.
Signo máximo de la elegancia fue para algún dandy combinar el blanco y negro de sus dálmatas con un tiro de caballos del mismo color. Todavía en la «belle epoque» era frecuente verle acompañando a los landos en que paseaban las bellas señoritas de la alta sociedad parisina.
La llegada del presente siglo supuso un momento de decadencia, dejándose prácticamente de criar en todo el mundo, con la salvedad de los Estados Unidos, donde siempre tuvo admiradores, llegando a ser la mascota de los bomberos. Efectivamente, acompañaba a los coches de bomberos tirados por caballos, posterior-' mente con la llegada de los coches a motor el dálmata ya se había hecho un sitio.
Antes de conseguir la consagración por el ingenio creativo de Disney ya era el dálmata popular entre los niños de habla inglesa, quienes cariñosamente apodan a la raza «plum pudding», apodo que proviene de la semejanza de las manchas del manto del dálmata con un pastel de ciruelas en las que éstas destacan sobre la miga blanca del bollo.
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