Guido era un perro negro poco libras cuando lo tenemos. Tenía alrededor de 3 meses de edad y había recogido algunos hábitos malos extraordinariamente por el tiempo que lo trajo a casa. Después de que él arruinó nuestra alfombra, y yo personalmente instalado pisos de madera en nuestra casa, encontré el valor de un entrenador de perros bien.
Guido era rápido y elegante y cerca de 50 libras. Era un perro muy bonito. Y entonces él no lo era. Cuando tenía 4 años, empezó a perder el pelo de la cara y tomó un aspecto irregular, desaliñado. Nadie dijo: "¡Oh, qué bonito perro," a nosotros más, aunque viendo a procesar su fea cara y tratar de encontrar algo bueno que decir fue perversamente entretenido.
Pero era Guido y no nos importó, y no me importan los cientos de dólares que pasamos tratando de entender su problema de salud subyacente mascota. Nunca fueron capaces de entenderlo, pero no parecía afectar su salud y nivel de energía, y pronto estábamos de regreso en nuestras visitas típicas de dos veces al año al veterinario. Este pequeño incidente no fue suficiente para abrir los ojos a los costos potenciales de la tenencia responsable de mascotas.
Parte de nuestra familia
Guido era un miembro clave de la familia por un par de razones. Uno de ellos, he viajado mucho, y me consolaba saber que mi familia estaba protegida mientras yo estaba fuera. Él nunca habría permitido que alguien rompa mientras él estaba de guardia.
Además, y lo más importante, jugó un papel muy importante en la transformación de mi hija de papa entrenador deportista. No podría sugerir su actividad sin cuestionar mis motivos - en el fondo, sabía que tenía exceso de peso, pero no se discutió abiertamente. Sin embargo, yo podría hablar de nuestra responsabilidad de Guido y su necesidad de ejercicio. Cuando Guido tenía 2 años, estábamos paseadores de perros extremadamente fieles. Rutinariamente caminar Guido creado un ciclo de pérdida de peso, y un mayor interés en la actividad que ha continuado hasta la edad adulta joven para mi hija. Cuando digo que Guido es responsable de cambiar la vida de mi hija, no estoy exagerando.
Un problema de salud
Cuando Guido tenía 8 años, nos dimos cuenta de cierto letargo y lo hizo a nuestro veterinario un par de veces. Nuestro veterinario le dio un certificado de buena salud, y obtuvo su energía de vuelta, así que pensamos que estábamos a salvo. Un par de semanas más tarde, llegué a casa del trabajo una noche y fue, obviamente, no sienta bien. Estaba acurrucado a los pies de las escaleras del sótano y los acercó a verme muy lentamente, en lugar del habitual saludo entusiasta. Él se animó un poco el resto de la noche, así que mi preocupación se desvaneció un poco. Sin embargo, alrededor de las 11:00 de la noche, cuando estaba a punto de ir a la cama, que era de nuevo muy cansada, apenas levantar la cabeza cuando fui a ver cómo estaba. En este punto, tuve que llevar a mi camioneta para llevarlo al hospital veterinario de emergencia a pocos kilómetros de nuestra casa.
Mirando hacia atrás
No envidio el dinero que pagamos. Cada paso del camino, ampliar la atención veterinaria parecía una cosa razonable para hacerlo. Dicho esto, fue muy doloroso financieramente. Yo nunca había oído hablar de seguro del animal doméstico de la época, y con la verdad, no estoy seguro de que me habría dado seria consideración. Es muy difícil imaginar el tener que hacer significativa, potencialmente alterar las decisiones financieras acerca de su mascota en una urgente y de alta presión situación.
Después de haber pasado por esto, yo no quiero volver a estar en esa posición otra vez, y no voy a estar sin seguro de perro de nuevo. Me gustaría tener un tiempo difícil conmigo mismo si alguna vez tuviera que comprometer la salud de nuestro perro nuevo, Attie, debido a consideraciones financieras.
Guido era rápido y elegante y cerca de 50 libras. Era un perro muy bonito. Y entonces él no lo era. Cuando tenía 4 años, empezó a perder el pelo de la cara y tomó un aspecto irregular, desaliñado. Nadie dijo: "¡Oh, qué bonito perro," a nosotros más, aunque viendo a procesar su fea cara y tratar de encontrar algo bueno que decir fue perversamente entretenido.
Pero era Guido y no nos importó, y no me importan los cientos de dólares que pasamos tratando de entender su problema de salud subyacente mascota. Nunca fueron capaces de entenderlo, pero no parecía afectar su salud y nivel de energía, y pronto estábamos de regreso en nuestras visitas típicas de dos veces al año al veterinario. Este pequeño incidente no fue suficiente para abrir los ojos a los costos potenciales de la tenencia responsable de mascotas.
Parte de nuestra familia
Guido era un miembro clave de la familia por un par de razones. Uno de ellos, he viajado mucho, y me consolaba saber que mi familia estaba protegida mientras yo estaba fuera. Él nunca habría permitido que alguien rompa mientras él estaba de guardia.
Además, y lo más importante, jugó un papel muy importante en la transformación de mi hija de papa entrenador deportista. No podría sugerir su actividad sin cuestionar mis motivos - en el fondo, sabía que tenía exceso de peso, pero no se discutió abiertamente. Sin embargo, yo podría hablar de nuestra responsabilidad de Guido y su necesidad de ejercicio. Cuando Guido tenía 2 años, estábamos paseadores de perros extremadamente fieles. Rutinariamente caminar Guido creado un ciclo de pérdida de peso, y un mayor interés en la actividad que ha continuado hasta la edad adulta joven para mi hija. Cuando digo que Guido es responsable de cambiar la vida de mi hija, no estoy exagerando.
Un problema de salud
Cuando Guido tenía 8 años, nos dimos cuenta de cierto letargo y lo hizo a nuestro veterinario un par de veces. Nuestro veterinario le dio un certificado de buena salud, y obtuvo su energía de vuelta, así que pensamos que estábamos a salvo. Un par de semanas más tarde, llegué a casa del trabajo una noche y fue, obviamente, no sienta bien. Estaba acurrucado a los pies de las escaleras del sótano y los acercó a verme muy lentamente, en lugar del habitual saludo entusiasta. Él se animó un poco el resto de la noche, así que mi preocupación se desvaneció un poco. Sin embargo, alrededor de las 11:00 de la noche, cuando estaba a punto de ir a la cama, que era de nuevo muy cansada, apenas levantar la cabeza cuando fui a ver cómo estaba. En este punto, tuve que llevar a mi camioneta para llevarlo al hospital veterinario de emergencia a pocos kilómetros de nuestra casa.
Mirando hacia atrás
No envidio el dinero que pagamos. Cada paso del camino, ampliar la atención veterinaria parecía una cosa razonable para hacerlo. Dicho esto, fue muy doloroso financieramente. Yo nunca había oído hablar de seguro del animal doméstico de la época, y con la verdad, no estoy seguro de que me habría dado seria consideración. Es muy difícil imaginar el tener que hacer significativa, potencialmente alterar las decisiones financieras acerca de su mascota en una urgente y de alta presión situación.
Después de haber pasado por esto, yo no quiero volver a estar en esa posición otra vez, y no voy a estar sin seguro de perro de nuevo. Me gustaría tener un tiempo difícil conmigo mismo si alguna vez tuviera que comprometer la salud de nuestro perro nuevo, Attie, debido a consideraciones financieras.
