En un mundo como el actual, que mayoritariamente vive de las apariencias, el tchiorny, por el contrario, es un perro real, creado por y para la utilidad; es un ejemplo más de la eficacia soviética en un período, aquel de «la guerra fría», donde sus ejércitos construyeron armas tan conocidas como los aviones caza Mig, o el fusil Kalashnikov, aptos para todo tipo de clima o lugar.
Por ello, el terrier negro ruso está ocupando rápidamente el espacio abandonado o descuidado por otras razas de guarda más conocidas. Los datos están ahí: desde los seis ejemplares presentes en la exposición mundial de Valencia 92, a los ochenta y dos en Berna, dos años más tarde, hasta los casi ciento cuatro de Budapest 96, donde por cierto un ejemplar, Ch. Ben Anat Barby, ganó el grupo, no dejan dudas sobre su creciente implantación en toda Europa.
Esta extraordinaria raza no era la encargada de proteger a Nikolai III, Zar de todas las rusias, no acompañaba a los bateleros durante sus baladas por el Volga y ni siquiera está en la revuelta del acorazado Potcmkin.
Es un perro moderno cuya historia comienza en 1953 cuando el general de división Miedvied, director del centro de adiestramiento de perros de la policía, recibe la orden del Kremlin para la creación de una nueva raza canina, específica para sus fuerzas armadas.
El trabajo es confiado a dos centros caninos del ejército. Uno cercano a Leningrado y el otro en Tuling; ambos, en estrecho contacto y bajo estricto secreto militar, comienzan este proyecto.
El objetivo era fácil de adivinar: el perro resultante debería de ser negro, puesto que desde la antigüedad se decía que el buen perro de guarda debe serlo, para ahuyentar de día y atemorizar de noche. Con fuerte instinto de protección y guarda para la custodia de campamentos.
Por ello, el terrier negro ruso está ocupando rápidamente el espacio abandonado o descuidado por otras razas de guarda más conocidas. Los datos están ahí: desde los seis ejemplares presentes en la exposición mundial de Valencia 92, a los ochenta y dos en Berna, dos años más tarde, hasta los casi ciento cuatro de Budapest 96, donde por cierto un ejemplar, Ch. Ben Anat Barby, ganó el grupo, no dejan dudas sobre su creciente implantación en toda Europa.
Esta extraordinaria raza no era la encargada de proteger a Nikolai III, Zar de todas las rusias, no acompañaba a los bateleros durante sus baladas por el Volga y ni siquiera está en la revuelta del acorazado Potcmkin.
Es un perro moderno cuya historia comienza en 1953 cuando el general de división Miedvied, director del centro de adiestramiento de perros de la policía, recibe la orden del Kremlin para la creación de una nueva raza canina, específica para sus fuerzas armadas.
El trabajo es confiado a dos centros caninos del ejército. Uno cercano a Leningrado y el otro en Tuling; ambos, en estrecho contacto y bajo estricto secreto militar, comienzan este proyecto.
El objetivo era fácil de adivinar: el perro resultante debería de ser negro, puesto que desde la antigüedad se decía que el buen perro de guarda debe serlo, para ahuyentar de día y atemorizar de noche. Con fuerte instinto de protección y guarda para la custodia de campamentos.