Seamos sinceros; si una raza tan grande y desordenada como el Dobermann está considerada como una de las más limpias, no es por mérito propio. Las características de su pelo son la única razón de^jUe podamos incluirla en este apartado.
Tiene un pelaje corto, duro y liso, negro como el azabache y tan reluciente que tras un breve cepillado parece que le han sacado brillo como a la lámpara de Aladino. Pero su pelo no necesita gamuza ni trapo a orillantador de metales...
Sus cestellos son tan naturales como los del raso. Por si esto fuera poco, tiene un manto tan apretado al cuerpo, que ni la época de muda es capaz de conseguir que se le caiga el pelo.
Pero, ¡cuidado!, no es oro todo lo que reluce; para lucir perfecto necesita una alimentación adecuada: pocas grasas, proteínas de calidad, vitaminas en su justa proporción y nada de excesos innecesarios. En caso contrario, el brillo que le caracteriza desaparecerá como por arte de magia.
Tiene un pelaje corto, duro y liso, negro como el azabache y tan reluciente que tras un breve cepillado parece que le han sacado brillo como a la lámpara de Aladino. Pero su pelo no necesita gamuza ni trapo a orillantador de metales...
Sus cestellos son tan naturales como los del raso. Por si esto fuera poco, tiene un manto tan apretado al cuerpo, que ni la época de muda es capaz de conseguir que se le caiga el pelo.
Pero, ¡cuidado!, no es oro todo lo que reluce; para lucir perfecto necesita una alimentación adecuada: pocas grasas, proteínas de calidad, vitaminas en su justa proporción y nada de excesos innecesarios. En caso contrario, el brillo que le caracteriza desaparecerá como por arte de magia.