Lo que no hay que hacer es tener el perro del collar para impedir que salte.
La inquietud del dueño traducida en la tensión del collar, la posición frente a frente con un individuo extraño a la jauría (familia) que además está a nivel del umbral (por entrar en la casa) son los factores que reunidos van a persuadir al perro de que la situación es peligrosa, por lo tanto estará más inclinado a querer intimidar al visitante y podrá además volverse francamente agresivo.
Esta situación de tener al perro por el collar, que puede ser al comienzo sólo para que éste no refunfuñe a las personas que vienen o que no deje los pelos sobre su pantalón, puede provocar directamente la aparición del problema. La solución: enseñar al perro a sentarse al lado de su dueño, esto es fácil decirlo, pero cómo llevarlo a la práctica?.
Cuando la persona llega, toca el timbre, el perro se precipita ladrando, generalmente en el portón o la puerta de entrada. Cabe recordar que tener un perro implica ciertas obligaciones y responsabilidades, y que es necesario organizarse para que las visitas no puedan entrar libremente en el territorio del perro hasta que su dueño no haya venido a abrirle la puerta para que entre.
La presencia del perro debe estar anunciada en un cartel y es útil cerrar el portón con llave para prevenir las intrusiones que podrían terminar en un verdadero drama. Estas medidas son particularmente indispensables para los perros cuyo instinto de guardia se expresa fuertemente.
El dueño munido de la trailla llega al portón y la sujeta al collar del perro, primeramente asegurando al perro a su mano izquierda, utiliza luego la mano derecha para abrir la puerta, aprieta la mano izquierda cada vez que el perro se levanta (ya que éste previamente estaba en posición de sentado en el momento de abrir la puerta).
Esto en los comienzos se repite varias veces el dueño con calma lo asegura nuevamente en la mano izquierda sin enojarse.
A partir de que el perro se siente nuevamente uno lo felicita y recomienza el ejercicio.
La inquietud del dueño traducida en la tensión del collar, la posición frente a frente con un individuo extraño a la jauría (familia) que además está a nivel del umbral (por entrar en la casa) son los factores que reunidos van a persuadir al perro de que la situación es peligrosa, por lo tanto estará más inclinado a querer intimidar al visitante y podrá además volverse francamente agresivo.
Esta situación de tener al perro por el collar, que puede ser al comienzo sólo para que éste no refunfuñe a las personas que vienen o que no deje los pelos sobre su pantalón, puede provocar directamente la aparición del problema. La solución: enseñar al perro a sentarse al lado de su dueño, esto es fácil decirlo, pero cómo llevarlo a la práctica?.
Cuando la persona llega, toca el timbre, el perro se precipita ladrando, generalmente en el portón o la puerta de entrada. Cabe recordar que tener un perro implica ciertas obligaciones y responsabilidades, y que es necesario organizarse para que las visitas no puedan entrar libremente en el territorio del perro hasta que su dueño no haya venido a abrirle la puerta para que entre.
La presencia del perro debe estar anunciada en un cartel y es útil cerrar el portón con llave para prevenir las intrusiones que podrían terminar en un verdadero drama. Estas medidas son particularmente indispensables para los perros cuyo instinto de guardia se expresa fuertemente.
El dueño munido de la trailla llega al portón y la sujeta al collar del perro, primeramente asegurando al perro a su mano izquierda, utiliza luego la mano derecha para abrir la puerta, aprieta la mano izquierda cada vez que el perro se levanta (ya que éste previamente estaba en posición de sentado en el momento de abrir la puerta).
Esto en los comienzos se repite varias veces el dueño con calma lo asegura nuevamente en la mano izquierda sin enojarse.
A partir de que el perro se siente nuevamente uno lo felicita y recomienza el ejercicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario